Desde que nací y hasta que cumplí 17 años viví en mi casa de toda la vida, en Temperley Gran Buenos Aires, o conurbano como les gusta decir a los noticieros. Un chalet sobre avenida, de ladrillo a la vista, con jardín adelante y atrás, teníamos siempre perro, pero no el mismo, ya que o se escapaban o se morían, recuerdo a Pancho, perro salchicha, que hacia morir de risa a mis hermanos cuando me robaba el chupete.
Fuimos cuatro chicos en esa casa, y yo la menor, siempre pensé que trabajo criar cuatro almas pequeñas.
De chica la casa me parecía enorme, tenia un living con un espejo gigante donde me gustaba bailar y disfrazarme, y en verano era súper fresca, andábamos en patas por el piso que se sentía helado. Como tenia galerías si no queríamos dormir la siesta, nos tirabamos sobre la laja mojada a escuchar el ruido del verano, las chicharras.
Pase en ella sólo 17 años, hoy exactamente la mitad de mi vida, y los recuerdos son tan fuertes, maternales, los olores de la infancia, la presencia de mi madre que tanto extraño, por eso para mi una casa no es solo un lugar donde vivir, es un deseo de que mis hijos puedan impregnar su inconciente de recuerdos, de olores, de juegos, de infancia, volver a la fuente. Hace otros 17 años que no paro de mudarme, ya son 8 mudanzas, basta para mi, necesito echar raíces, desembalar de una buena vez todas las cajas.
Fuimos cuatro chicos en esa casa, y yo la menor, siempre pensé que trabajo criar cuatro almas pequeñas.
De chica la casa me parecía enorme, tenia un living con un espejo gigante donde me gustaba bailar y disfrazarme, y en verano era súper fresca, andábamos en patas por el piso que se sentía helado. Como tenia galerías si no queríamos dormir la siesta, nos tirabamos sobre la laja mojada a escuchar el ruido del verano, las chicharras.
Pase en ella sólo 17 años, hoy exactamente la mitad de mi vida, y los recuerdos son tan fuertes, maternales, los olores de la infancia, la presencia de mi madre que tanto extraño, por eso para mi una casa no es solo un lugar donde vivir, es un deseo de que mis hijos puedan impregnar su inconciente de recuerdos, de olores, de juegos, de infancia, volver a la fuente. Hace otros 17 años que no paro de mudarme, ya son 8 mudanzas, basta para mi, necesito echar raíces, desembalar de una buena vez todas las cajas.
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